En una auténtica democracia, el Presidente de la República encarna no sólo el rostro del orden constitucional, sino también el emblema de la unidad nacional.
Sergio Mattarella, a pesar de ser objeto de críticas internas, que es la sal de la democracia, representa algo más grande: La soberanía italiana y la unidad de nuestro pueblo.
Cuando una potencia extranjera ataca la figura del Presidente, no se trata simplemente de una afrenta personal; es un ataque directo a nuestra soberanía, al orgullo nacional y a la dignidad de cada ciudadano italiano.
Defender al Presidente de la República significa, en última instancia, defender a Italia misma, sus instituciones democráticas, la Bandera y la Patria, más allá de cualquier opinión política o alineación partidista.
Ponerse del lado del Presidente Mattarella no es sólo un acto de respeto, sino una afirmación de la dignidad y la credibilidad de Italia en la escena internacional.
Estar en desacuerdo con las opciones o la línea política del Jefe del Estado no sólo es legítimo, sino también esencial para un sano debate democrático. Sin embargo, la línea que separa el debate interno constructivo de la injerencia o la humillación por parte de una entidad externa es clara e inequívoca.
El ataque de un Estado extranjero al Presidente de la República no puede considerarse sino un intento de socavar la autoridad y la integridad de nuestras instituciones. En estos momentos, el silencio no es una opción para los verdaderos patriotas italianos.
Por lo tanto, reiteramos firmemente: solidaridad con el Presidente de la República. Viva Italia.