La revolución de JD Vance: Europa en el espejo

El 9 de enero de 2007, cuando Steve Jobs subió al escenario del Moscone Center de San Francisco, el mundo aún no sabía que estaba a punto de presenciar la presentación de algo que cambiaría para siempre nuestra forma de vivir. Jobs presentó el iPhone como tres dispositivos en uno: un teléfono revolucionario, un iPod de pantalla panorámica y un innovador dispositivo de navegación por Internet. Pero la verdadera revolución no estaba en el hardware: estaba en el concepto. Era la forma en que el objeto ponía un nuevo poder en manos de los usuarios, haciendo obsoletos viejos patrones y paradigmas.

Aquí, JD Vance hizo lo mismo en la Conferencia de Seguridad de Múnich el 14 de febrero de 2025. Sólo que el dispositivo que presentó no tiene pantalla táctil, ni procesador, ni cámara integrada. Es una herramienta mucho más potente: es un espejo de la realidad.

Vance subió al escenario y, como Jobs, sacó su revolucionario dispositivo. Apuntó con el espejo a los líderes europeos y les obligó a mirarse. No les mostró la imagen idealizada que les gusta contarse en las conferencias institucionales, sino su verdadero rostro. ¿Y ellos? Como quienes han evitado mirarse de verdad durante demasiado tiempo, se asustaron.

Porque el espejo no miente. No distorsiona. No embellece. Y el reflejo que les ha devuelto es el de una clase dirigente que, mientras habla obsesivamente de democracia, teme la voluntad del pueblo.

Vance recordó a los europeos que una democracia que cancela elecciones, censura la disidencia y amenaza con cerrar las redes sociales en caso de disturbios civiles ya no es una democracia. Habló sin ambages de una Europa que prohíbe rezar en silencio en la calle y en los hogares, que criminaliza el pensamiento y considera peligrosa la libertad de expresión. Enumeró ejemplos de censura, de represión de las ideas, de alternancia democrática.

Y como ocurre con quienes se niegan a aceptar la verdad, la reacción de los viejos gigantes de la información fue previsible: pánico. Ningún gran medio de comunicación informó sobre el discurso de Vance sin manipularlo, sin tergiversarlo, sin coger una frase y convertirla en otra cosa. Como de costumbre, los grandes medios se preocuparon más de reescribir la realidad que de informar sobre ella.

La gran paradoja es que, en 2007, Steve Jobs fue acusado de utilizar su famoso campo de distorsión de la realidad para que todo pareciera más revolucionario de lo que era. Hoy, el verdadero campo de distorsión de la realidad es el creado por los gobiernos europeos y los medios de comunicación que los protegen.

Un ejemplo.

Vance denunció que un tribunal de Rumanía anuló las elecciones presidenciales. Señaló que en Alemania amenazan con hacer lo mismo. Mencionó que los líderes de la UE hablan obsesivamente de la desinformación rusa, como si todo el sistema democrático europeo fuera tan frágil que pudiera ser demolido por unas cuantas publicaciones en Facebook. Pues bien, ahora vayan a leer los titulares de los principales medios de comunicación sobre este pasaje de su discurso. ¿Alguien informó de toda su reflexión? No. Escribieron: que “JD Vance critica la lucha contra la desinformación rusa”. Como si su preocupación fuera defender la propaganda de Putin, y no el hecho de que la democracia europea se está convirtiendo en un cascarón vacío.

O la parte de la libertad religiosa. Vance contó la historia de Adam Smith Conner, un veterano británico culpable de rezar en silencio cerca de una clínica abortista. Sin carteles. Sin interactuar con nadie. Sólo oración silenciosa. ¿El resultado? Condena y cuantiosa multa. ¿Cómo informaron los medios de este pasaje? “JD Vance ataca las leyes abortistas del Reino Unido”. ¿Por qué decir la verdad cuando puedes construir una narrativa?

El punto central del discurso de Vance es que no hay seguridad sin libertad. No se puede defender una civilización si se teme la voz del pueblo. No se puede construir el futuro basándose en la represión de la disidencia.

Sin embargo, hoy el debate político en Europa se reduce a una guerra entre la élite y el pueblo. Los dirigentes europeos creen que pueden “gobernar” sin rendir cuentas a nadie. Que pueden ignorar el voto de la gente sin consecuencias. Que pueden cerrar las redes sociales, cancelar elecciones, perseguir a los disidentes y llamar a todo esto defensa de la democracia.

Pero lo cierto es que el viento ya ha cambiado.

El espejo que JD Vance ha colocado frente a Europa no es un truco retórico. Es el reflejo de un cambio que ya se está produciendo. De Inglaterra a Francia, de Alemania a Italia, el descontento va en aumento. Cada vez más personas ven el gran engaño y se preparan para romperlo.

Lo que Steve Jobs hizo en 2007 con el iPhone, Vance lo hizo en 2025 con Europa. Mostró una realidad que otros intentaban ocultar. Y los que intentan negarlo, los que intentan romper el espejo, solo darán la razón a Vance.

Porque la verdad no puede borrarse, sólo puede retrasarse. La verdad duele.

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