¿Ha intentado alguna vez asomarse a una ventana, de puntillas, intentando ver lo que hay fuera? Eso es. Exactamente esa sensación de precariedad, entre lo que hay dentro y lo que hay fuera, esa sensación de que con un movimiento puedes volver a poner los pies en el suelo o precipitarte al vacío. Esta es la condición en la que se encuentra ahora la Unión Europea. Una Unión que vive en un frágil equilibrio que corre el riesgo, si da el más mínimo paso en falso, de caerse.
Esta condición fue bien representada por el Vicepresidente estadounidense Jd Vance en su discurso en la Conferencia de Seguridad de Múnich.
El republicano destacó cómo el Viejo Continente atraviesa un momento de fuerte desequilibrio interno, más precisamente desde el punto de vista de los valores. Un desequilibrio que, dramáticamente, no deriva de factores externos, sino de convulsiones que se mueven desde el vientre de los propios países europeos.
“La amenaza que más me preocupa sobreEuropano es Rusia, no es China, no es ningún otro actor externo. Lo que me preocupa es la amenaza desde dentro. El alejamiento de Europa de algunos de sus valores más fundamentales, valores compartidos con Estados Unidos de América”, afirmó, y añadió: “Cuando miro a Europa hoy, no está claro qué ha pasado con algunos de los vencedores de ese conflicto. Tienen miedo de la libertad de expresión y huyen de sus votantes”. Pero no se puede ni se debe tener miedo de aquellas ‘opiniones que no concuerdan con el liderazgo’.
Porque, y aquí Vance ha abierto la caja de Pandora que ha estado cerrada durante demasiado tiempo: “La democracia descansa en el sagrado principio de que la voz del pueblo cuenta”. Centrado.
Y luego, de nuevo, otro ataque a la Unión Europea, y subordinadamente a la cultura woke: “No se puede obligar a la gente a pensar de una determinada manera, a sentir o creer de una determinada manera. Cierra las persianas a los puntos de vista no ortodoxos”. Golpe de nuevo, y esta vez hundido.
De Gran Bretaña a Suecia, pasando por Alemania. Todos los casos en los que el pensamiento impuesto se impuso a la libertad de expresión.
Vance, para hacer comprender mejor este escalofriante estado de cosas, trajo a colación varios ejemplos, destacando cómo las autoridades, tanto de la UE como nacionales, reprimen esencialmente la libertad de expresión de aquellos ciudadanos que no se alinean con el pensamiento único dominante. Pero también en términos de democracia general, según el Vicepresidente estadounidense, hay una crisis importante en la UE: “Cuando vemos a los tribunales europeos anulando elecciones y a altos funcionarios amenazando con anular otras, deberíamos preguntarnos si estamos cumpliendo unos estándares de democracia suficientemente elevados”, comentó.
A continuación habló de cómo la Comisión Europea pretende cerrar las redes sociales durante periodos de disturbios civiles cuando identifiquen “lo que han considerado, entre comillas, contenido odioso”.
También recordó que en Alemania se llevaron a cabo redadas policiales contra ciudadanos sospechosos de publicar comentarios antifeministas en línea, “como parte de la lucha contra la misoginia en Internet”.
Y, de nuevo, en Suecia, donde hace quince días el gobierno condenó a un activista cristiano por participar en la quema del Corán que acabó con el asesinato de su amigo.
Por último, “quizá lo más preocupante”, mencionó al Reino Unido con el caso de Adam Smith, un fisioterapeuta de 51 años que hace poco más de dos años fue condenado por “atreverse” a rezar a menos de doscientos metros de una clínica abortista, en virtud de leyes que “penalizan la oración y otras acciones que puedan influir en la decisión de una persona a menos de 200 metros de un centro abortista”. Sin embargo, este caso no es aislado, sino representativo de una legislación denigrante para la libertad de expresión y opinión, incluso la más privada y personal.
“Me temo que la libertad de expresión está en retroceso en toda Europa”, comentó, amonestando al público asistente y, en general, a todos los “alineados” con la corriente dominante, que tanto presumen de libertad e igualdad y luego son los primeros en pedir la censura si algo no les gusta.
Focus emigrantes. Para Vance, “es necesario un cambio de rumbo”.
Por último, el patriota estadounidense se centró en la cuestión de los migrantes, uno de los temas más candentes de la agenda mundial.
“Creo que no hay nada más urgente que la inmigración masiva”, subrayó, y añadió que a ella se une una gran “inmigración de delincuentes”. Un problema obvio y que hay que abordar. Pero no como ha hecho y sigue haciendo el establishment europeo.
“Hoy en día una de cada cinco personas procede del extranjero, es similar en Estados Unidos, el número de inmigrantes que entrarán en la UE se ha duplicado de aquí a 2021. Europa debe cambiar de rumbo en materia de inmigración”, afirmó Vance.
Europa representa un mundo a la deriva, atrapado entre las mallas de la cultura woke
Lo que Vance relató ayer, y que fue acogido con un silencio ensordecedor -en medio de una mezcla de asombro e incredulidad-, es un mundo a la deriva.
Un mundo, o más bien una Europa, que ha olvidado sus valores fundacionales y fundamentales en pos de un universo en el que debe haber uno y sólo un pensamiento incontrovertible.
Una Europa que, tristemente, no dista mucho de la realidad relatada hace casi un siglo por George Orwell en su novela “1984”. Una realidad que, si al principio sólo era imaginada y narrada, hoy ya no parece tan lejana, y corre el peligro de ser cada vez más cierta y real, a menos que se actúe ya, cambiando el rumbo y restableciendo el equilibrio necesario. Para que nadie tema ya por su seguridad y para que todos vuelvan a ser libres de expresar su opinión y de hablar y rezar sin ser acusados de delincuentes.
Por eso, si de verdad queremos evitar vivir en un mundo sin más sueños y esperanzas, tenemos que redescubrir los principios que en su día llevaron a la creación de la bella Europa, derrotando de una vez por todas esas derivas culturales wokistas y anulistas que no hacen más que rebajar y menospreciar al hombre.
EEUU, al reelegir a Trump, se ha dado cuenta alto y claro y lo está gritando. Y es hora de que Europa también despierte de su letargo y vuelva a luchar por su libertad y su seguridad.